Hugues de Chaumareys. |
Ocurrió en los primeros años de la Restauración; el régimen surgido en 1815 tras la derrota de Napoleón y el retorno de la dinastía borbónica. En julio de 1816, zarpó la fragata Medusa junto a una flotilla de la isla de Aix con destino a la ciudad de Saint -Louis en Senegal. La flota tenía como misión recuperar el control de las antiguas posesiones francesas de África que los ingleses acababan de devolver a Francia. La expedición estaba formada por militares, funcionarios, algunos colonos y varios científicos que llevaban material de observación. Con ellos viajaba el coronel Julien Schmaltz, al que el rey Luis XVIII había nombrado gobernador del Senegal. El mando del buque insignia La Medusa se le dio al oficial de marina Hugues de Chaumareys, un exiliado ultramonárquico que llevaba más de 20 años sin navegar. En el curso de la expadición cometió múltiples errores. De entrada se alejó del resto de navíos e hizo la ruta en solitario, ignorando los consejos de los oficiales más experimentados. Se equivocó al leer los mapas y cuando se encontraba a la altura de Mauritania se introdujo en una zona de aguas poco profundas; el llamado banco de Anguin. La quilla de la embarcación empezó a rozar el banco de arena y quedó embarrancado el día 2 de julio. Los tripulantes intentaron reflotarlo pero se desencadenó una violenta tormenta que daño al buque irreparablemente. Todos comprendieron que había que abandonar la fragata y alcanzar la costa africana.
El salvamento de las casi 400 personas que componían la tripulación se hizo en un completo caos, aumentada por el alcohol que circulaba entre los marinos; incluido el capitán. Este y los oficiales se subieron a los botes mientras que ciento cincuenta soldados y marinos, así como una cocinera, se apiñaron en una balsa improvisada de 15 por 8 metros. En un principio la balsa iba a ser remolcada hacia la costa, pero Chaumareys al verse lastrado por su peso, decidió soltar las amarras y dejar a aquellos desgraciados a su suerte.
Croquis de la balsa. |
La balsa se convirtió enseguida en un infierno. Primero se dio una lucha por el espacio, los bordes se hundían en el agua y todos querían situarse en el centro. En la primera noche se ahogaron veinte personas y en la segunda, los que iban armados mataron al menos a 65 de los náufragos, pretextando que se habían amotinado y querían destruir la almeida. Después de una semana quedaban 28 supervivientes pero aún parecían demasiados. Como muchos estaban gravemente heridos, enfermos o en estado de demencia, tras un debate se decidió que debían ser arrojados al mar. El hambre y la sed hacían estragos y tras agotar la carga de vino que llevaban; la de agua dulce se había perdido, bebieron agua salada y su propia orina. De comida sólo disponían de una caja de galletas que se acabó en un día y al tercero ya se produjeron casos de canibalismo.
Fragata La Medusa. |
Así lo explicó más tarde un superviviente, pese a la repugnancia que sentían, cortaban la carne de los cadáveres en tiras y las dejaban secar al sol antes de comerlas : "Veíamos aquella horrible comida como el único medio de prolongar nuestra existencia". Tras trece días a la deriva, los 15 supervivientes que quedaban avistaron una embarcación que se acercaba a ellos. Era el Argos, un navío de la flotilla que ya había arribado a su destino y que el cobarde capitán había enviado a recoger el oro que llevaba La Medusa y no a los supervivientes. En 1817, dos de los náufragos de la expedición, el cirujano Jean-Baptiste Savigny y el ingeniero geógrafo Alexandre Corréard publicaron un libro titulado "Naufragio de la fragata La Medusa. Relato de los echos ocurridos en la balsa", donde denunciaban tanto la negligencia y la cobardía del capitán como las atrocidades de los marinos aterrorizados y ebrios.
Se desencadenó entonces una indescriptible emoción de ira en Francia. Gacetas, panfletos y grabados empezaron a evocar con todo lujo de detalles el horror del acontecimiento. La oposición liberal al régimen de los borbones aprovechó el asunto para denunciar la incmpetencia de la monarquía restaurada, forzar la dimisión del ministro de la marina e instituir un consejo de guerra contra Chaumareys, que sólo fue condenado a tres años de cárcel; los burócratas de todas las épocas por desgracia siempre se han protegido entre ellos. Théodore Géricoult, un artista de 28 años decidió inmortalizaer el momento en un gran cuadro. Se entrvistó con los dos superviventes Dio gran importancia a la representación de los cuerpos. Hizo posar a los supervivientes, a su amigo Delacroix y a su asistente Louis Alexis Jamar. Para plasmar la rigidez de los cadáveres y el color de los miembros amputados realizó múltiples bocetos en una morgue cercana. Incluso consiguió que un amigo médico le prestara restos anatómicos. Aunque en un principio quería plasmar una escena de canibalismo, al final se decidió por la del rescate de la endeble embarcación.
El lienzo se expuso en el Salón de París que se inaguró el 25 de agosto de 1819 y la obra causó furor. Pesé a su título "Escena de un naufragio", el público reconoció la tragedia de La Medusa y las opiniones se dividieron según las tendencias políticas. Los liberales vieron en la pintura la condena del nuevo régimen y de su desidia, la metáfora de un gran naufragio nacional, los conservadores la tacharon de obscena y alejada de los cánones clásicos La presencia de un marino negro en el centro de la composición nos refleja el compromiso del autor en un momento en que se intensificaba la lucha contra la esclavitud y la trata de negros. Por su teatralidad, dramatismo y realismo, el lienzo se convirtió en un referente de la pintura romántica, vehículo de pasiones, desesperación y muerte.
Tumba de Géricault(1791-1824), cementerio de Peré- Lachaise(París).Un bajorelieve de su óleo lo acompaña. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario