
Nuestro aventurero era un fiel creyente de la psicoscopía ( tener visiones de una persona a través de un objeto que haya tocado) y por él vio como los atlantes habían llegado a Brasil llevando el ídolo en sus manos. Esa era toda la información que necesitaba y junto a sus dos compañeros remontaron los ríos Paraná y Paraguay, para llegar a Cuiba (capital del Matto Grosso). En su última misiva fechada el 28 de mayo de 1925 a su mujer Nina le escribía:" Estamos en el Campamento del Caballo Muerto, Latitud 11 grados 43' 5'' y 54 grados 35' latitud Oeste. No temas que fracasemos". Fue su última comunicación y hasta ahora su destino ha sido un misterio. Paradojas de la vida, el secretismo había sido el leit-motiv de Fawcett en su búsqueda de la ciudad Z y las coordenadas que envió eran falsas. A finales de 1927, la North American Newspaper Alliance (uno de sus patrocinadores) organizó una expedición de rescate a cargo de George M. Dyott.
Salió de Cuiba en mayo de 1928 con otros cuatro exploradores y cinco porteadores locales. Encontró los primeros indicios entre los anauqua. Uno de los hijos del jefe llevaba un pequeño adorno metálico de latón; la placa identificativa de uno de los proveedores de Fawcett. El cacique Aloique reconoció haberlo guiado pero cayeron en una emboscada de los suya, una tribu que vivía en el río con el mismo nombre. Dyott partió con Aloique al poblado de los kalapo, que se unieron a la expedición. Una noche los índígenas desaparecieron subitamente y la intrépida expedición viendo las que se le venía encima salió de allí como alma que lleva el diablo y no dejaron de remar durante catorce horas. A su regreso Dyott aseguró que sin duda, Fawcett y sus compañeros habían muerto a manos de los indígenas. Su mujer nunca lo creyó y aseguraba recibir mensajes telepáticos de su marido desde la ciudad Z y para añadir más misterio al asunto, una expedición de la Scientific Exploration Society; que en el año 2007 buscaba el crater de un meteorito en la selva boliviana, encontraron un perro, un posible descendiente de los pachones navarros que llevaba nuestro protagonista en su aventura particular. Si pudiera hablar ¿qué historias nos contaría?.
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