Jozef Konrad |
"La posada de
las dos brujas"
Teodor
Jozef Konrad Nalecz (1857-1924) tuvo que abandonar su Polonia natal a muy
temprana edad debido al exilio político que sufrió su padre en 1861. En 1874
abandona los estudios y elige la profesión de marino mercante. Navega por todos
los mares del mundo disfrutando de una vida azarosa llena de aventuras; incluso
se vio complicado en un asunto de contrabando de armas para la causa Carlista en España. Será en 1880 cuando apruebe el examen que le convierte en segundo oficial de la Marina de su Majestad Británica y obtendrá dicha nacionalidad en 1886. Adoptó el nombre inglés de Josep Conrad y con el fue mundialmente conocido. Cuando realizaba su último viaje como marino en 1874, traba amistad con los escritores Jhon Galworthy y
Edward Sanderson que le animan a que se dedique al noble arte de las letras. En 1895 publica "La locura de
Almayer" y a esta le siguieron títulos tan inolvidables como "Lord
Jim", "E lcorazón de las tinieblas", "Nostromo"," Bajo la mirada de occidente" y "La línea de la sombra", adaptados
la mayoría al séptimo arte con un excelente éxito. Aunque en las obras de
Conrad son habituales el horror, la muerte, la locura, el crimen y los estados
sensoriales o anímicos distorsionados hasta el delirio por condiciones de
tensión extrema, sólo pocas veces hizo derivar la acción o la situación hasta
el otro lado de las fronteras del mundo de lo natural. Lo natural ofrecía ya a
su especial tipo de talento elementos más que suficientes para el pleno
desarrollo de la angustia y el espanto que invaden tan gran parte de su obra.
Conrad afirmó una vez:" el problema estaba en hacer creíbles cosas
infamiliares", problema que él mismo resolvió con brillantez a lo largo de su extensa carrera
literaria y permite la plena comprensión de sus incursiones en el terreno del
terror fantasmagórico. Es precisamente la creación magistral del clima la que
permite el surgimiento "natural" de las resonancias de ultratumba en
"La posada de las dos brujas"(1925) y de la delirante imagen del
zombie en "los idiotas"(1898). En ellas no exige del lector ningún
esfuerzo de credulidad, ninguna predisposición a admitir la existencia de
fuerzas activas de ultratumba, ni siquiera en la invocación de fantasmas apela
al sentido de la fantasía, sino al sentido de la realidad. El paso de la
experiencia conocida; admitida por todo lector como normal, a los temas ajenos
al curso general de la experiencia cotidiana se producen sin rupturas en la
secuencia lógica de los acontecimientos. Lo espectral se convierte en parte
integrante, incluso necesaria, del desarrollo de situaciones obligadamente
admisibles como experiencia vivida y pasa a convertirse en una dimensión
insólita de lo real. Partiendo de estas premisas creó estos dos magistrales
relatos del terror negligidos en las antologías del género y aportó nuevos
ejemplos de cómo la imaginación literaria puede, aún manteniéndose fiel al
mundo de las sensaciones y vivencias conocidos por todos, ensanchar el campo de
la experiencia hasta terrenos que de otro modo, le permanecerían ajenos.
Partiendo de la inexistencia del fantasma clásico, el autor nos obliga a
admitir que una determinada situación, combinada con un determinado clima puede
y debe no sólo engendrar al fantasma; sino hacerlo intervenir activamente en el
mundo de los vivos, revelándonos facetas antes desconocidas del universo de
horror que subyace en lo cotidiano y acecha en el espíritu del hombre.
-"¿Más
idiotas? Pero ¿cuántos hay?
El comienzo de "los idiotas" es idílico y el lector ni
siquiera puede suponer el infierno que recaerá sobre sus protagonistas. Jean
Pier es el joven propietario de una rica granja que se enamora de Susana, hija
de una rica comerciante llamada Madame Levaille. Contraen nupcias y ella queda
embarazada por primera vez. Da a luz dos gemelos que por desgracia tienen algún
tipo de enfermedad psíquica y que despectivamente eran denominados idiotas en
tiempos pasados. Un segundo embarazo, una niña, la esperanza que se vuelve
desgracia, también es idiota. Un último intento, un nuevo embarazo, un niño y
el mismo resultado. Durante dichos acontecimientos vemos y vivimos la pérdida
del criterio de los padres, una esposa que se cree maldita y que es humillada
por su marido, repudiada por su madre y centro de críticas de sus convecinos.
Un padre que se da a la bebida, que reniega de Dios y que se culpa a sí mismo
de las desdichas que padece. Un caldo de cultivo que hará que nuestros
protagonistas pierdan la cordura y haga que el relato acabe con un final
trágico, inesperado y donde el autor aprovecha para verter una breve e irónica crítica social a la hipocresía que imperaba en
todos los estamentos sociales de su época.
"Eran
horribles. Había algo grotesco en su decrepitud. Sus bocas desdentadas, sus
narices ganchudas, la flacura de la activa y las mejillas amarillas y colgantes
de la otra, hubieran sido risibles si el espectáculo de su espantosa
degradación física no hubiera sido aterrador al mirarlas..."
En "La posada de
las dos brujas", Conrad nos sitúa el relato citando una fuente externa ,un
antiguo diario encontrado en una vieja librería. Está narrado en primera
persona por Edgard Byrne, un joven oficial de la armada británica que en 1813
se encuentra con su navío de guerra frente a las costas de Cantabria en misión
secreta. Deben contactar con el jefe guerrillero González que lleva la
resistencia contra los franceses por aquellos parajes y prestarle ayuda y
pertrechos. El encargado de establecer contacto es Tom Corbin, alias Cuba Tom,
el único miembro de la tripulación que habla el castellano fluidamente y por el
que nuestro protagonista tiene un especial apego ya que en el pasado le había
salvado la vida en combate. Ambos desembarcan en una perdida aldea donde
conocen a unos pintorescos personajes, un posadero tuerto y a un desgarbado
individuo que le informan a Tom por donde debe viajar para encontrar al jefe de
la guerrilla local. Byrne regresa a la goleta y Cuba se adentra por las
montañas Cántabras en busca de su objetivo. Durante la noche, el oficial tiene
el presentimiento de que a su amigo le ha ocurrido algo malo y por la mañana le
pide permiso al capitán para volver a tierra e ir en busca del experimentado
marinero. Se adentró por los montes y llegó a una aislada posada donde viven
dos viejas y una joven gitana huérfana. Le hospedan en la mejor habitación; la
que ellas denominan "la del obispo", dotada de una gran cama y de un
misterioso armario; que está cerrado a cal y canto. Ya instalado en el
dormitorio, Edgard oye reiteradas veces la voz de su camarada que le advierten del peligro que corre allí. Alarmado se sienta en una silla con las armas
preparadas y dispuesto a volarle la cabeza al primero que entre por la puerta.
Después de un largo tiempo sin dormir, intenta abrir el armario haciendo
palanca con su sable y allí encuentra el cadáver de Tom. Su cuerpo no presenta
muestras de violencia, pero los ojos están abiertos y su rostro se ha
convertido en una máscara de terror que es traspasada a nuestro protagonista.
Las viejas, esas malditas brujas que lo acechan fuera y que dentro de poco
vendrán a por él. ¿Cómo escapará de sus carceleras?, adéntrense en las frías y
lluviosas montañas del norte de España y descubran el secreto de la oscura posada.
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