domingo, 2 de noviembre de 2014

El Pergamino.



El material característico de los códices medievales fue el pergamino: finas pieles de cabra, oveja o ternera que tras un proceso de curtido se sometían a sucesivos raspados a fin de obtener una superficie lisa. Aunque su uso era conocido desde muy antiguo, el nombre procede de una tradición que atribuye su invención en el S II a.C a Eumenes, rey de Pérgamo; de ahí "pergamino". La principal razón de su éxito sobre el papiro fue su disponibilidad. El primero, producto de la planta homónima que crece en las zonas húmedas de Egipto, alcanzó un precio prohibitivo en una época en las que las vías de comunicación eran muy precarias y el comercio a larga distancia casi inexistente; una situación que se agravaría definitivamente tras la invasión árabe de Egipto. Frente a ello, la materia prima del pergamino era muy fácil de conseguir. Pero existían también otras ventajas, aunque era más pesado y menos flexible que el papiro, el pergamino es más tupido y por tanto, constituye un soporte mejor para los pigmentos. Además tiene una virtud muy práctica, permite ser reutilizado tras borrar lo escrito raspando su superficie. De esta capacidad proviene el término "palimpsesto", que en griego significa "raspado de nuevo". El uso del papel; inventado por los chinos en el S II d.C,  comenzaría a extenderse muy lentamente a partir del S VII d.C, aún en el antro escribimos en pergaminos, hasta la próxima.

















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