Los aborígenes prehispánicos de la isla del Hierro que la habitaban antes de la llegada de los conquistadores normandos (feudatarios del rey de Castilla) a imponer su voluntad a sangre y fuego, vivían en una pequeña ínsula carente de agua. Su abastecimiento se lo proporcionaba un gran árbol que los nativos llamaban Garoé y al cual adoraban (dendolatrismo). El árbol era un Ocotea Fotens y estaba situado a mil metros de altitud . Poseía un tronco de metro y medio de diámetro y la frondosa copa captaba y condensaba el agua que traía el mar de nubes por medio de los alisios; fenómeno que se conoce como lluvia horizontal. El agua se depositaba en dos depósitos excavados en la roca; de 20 pies de diámetro y de una hondura de 16 palmos que servían para abastecer a los habitantes de la Isla del Meridiano. Cuando llegó la horda de conquistadores la existencia del til fue ocultada; ya que los bimbaches pensaban que sin abastecimiento de agua los invasores se marcharían. Estuvieron a punto de conseguir su propósito, pero la joven aborigen de nombre Agarfa se enamoró de uno de aquellos extranjeros y les reveló su existencia. Poco después el soberano de tan remoto lugar de nombre Armiche fue capturado y la isla se rindió ante aquellos europeos ávidos de tierras y de riquezas. Como un castigo divino, la isla fue azotada por unos fuertes vientos en 1610, que arrancaron el tilo y los españoles que allí ya se habían asentado tuvieron que pedir ayuda al rey; muriendo cantidad de los nuevos pobladores debido a la sequía que los azotó. Hoy en día hay uno nuevo que aún sigue proporcionando agua fresca y cristalina que aún se recoge en los depósitos realizados por los antiguos bimbaches.
Grabados prehispánicos del Julán. |
*Modificado el 13 de Enero del 2018.
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