El hallazgo del mecanismo de Antiquitera en 1902, encontrado entre los restos de un pecio romano naufragado frente a la isla que le da nombre, abrió un gran desafio para los estudiosos del mundo antiguo. Parecía difícil creer que los pequeños fragmentos recuperados correspondieran todos a un sistema de engranajes similar a un reloj que se encajaba en una caja de 30 cm. de altura y que estaba cubierta por un texto a modo de instrucciones de uso. Datado en el siglo I a.C. se anticipaba en más de un milenio a la generalización de artilugios mecánicos en la Europa del Renacimiento. El artilugio tiene una gran sofistificación y se componía de 37 engranajes accionados mediante una manivela. Estas movían varias agujas dispuestas sobre tres esferas, dos por delante y una por detrás. Su función consistía en indicar los ciclos astronómicos y su precisión llegando incluso hasta el punto de preveer los eclipses tal como ha demostrado su reconstrucción. Un nuevo análisis de sus fragmentos duplicó los fragmentos legibles de las inscripciones de la caja; la aparición de los términos "Venus" y "estacionario" sugiere que el mecanismo podía calcular los movimientos planetarios. Un verdadero alarde técnico que llevó a muchos pseudocientíficos e investigadores de pacotilla a calificarlo de opar, es decir de un objeto fuera de su tiempo.
Que sea el único que halla llegado hasta nuestra época no quiere decir que los antiguos no los conocieran. Cicerón menciona dos fabricados por Arquímedes y su amigo Posidonio. Eratóstenes, llamado el segundo Platón, midió la circunferencia de la tierra e inventó la esfera armilar muy bien reflejada en sus escritos y Herión de Alejandría fabricó fascinantes robots y puertas automáticas. Señores, infórmense bien antes de soltar hipótesis disparatadas.
Eolípila de Herión.
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