jueves, 25 de septiembre de 2014

UKIYO."Mundo Flotante".

Soshu-Sichiri.

Hoy, el que aquí escribe va a trasladar a los lectores del antro al Japón feudal; concretamente a los S. XVII y mediados del XIX, donde gobernó  la familia Tokugawa con mano de hierro. Aislado del mundo, el archipiélago  gozó de una era de paz y prosperidad, que tuvo como máximo exponente la ciudad de Edo, foco de riqueza, diversión y placer. El shogun se encontraba en la cúspide de la pirámide social y era quién gobernaba sobre los daymio y sus dominios. Estos feudos eran administrados por los samuráis, a quienes se les pagaba con arroz. Durante el período de paz de los Tokugawa, esta casta de guerreros pasó a realizar funciones administrativas y burocráticas. Por debajo se encontaba el campesinado (el 80 por ciento de la población) y de cuyas cosechas de arroz procedía la base de la economía del shogunato. Los labriegos trabajaban la tierra que gobernaba el daimyo bajo la supervisión directa del bakufu. Soportaban enormes cargas fiscales, entregaban el 70 por ciento de la producción y además tenían que realizar trabajos de interés público, como la limpieza de las carreteras. En la base de la pirámide social se encontraba un grupo de características especiales: los chonin o "habitantes de las ciudades", compuesto por comerciantes y artesanos. En teoría estaban en una posición inferior a la de los agricultores. Por debajo de ellos sólo quedaban los marginados de la estructura social, los hinin o "no personas" (prostitutas, titiriteros, comerciantes itinerantes y mendigos) a los que había que añadir los parias o eta: personas dedicadas a profesiones impuras y que violaban los preceptos budistas; por ejemplo dedicarse a la matanza de animales y al curtido de pieles. Pese a esta teórica subordinación, en el período Edo los chonin se convirtieron pronto en el sector más dinámico de la sociedad japonesa.  Se agruparon por barrios a los pies de los castillos y se dedicaron a abastecer a los samurais de artículos militares y de lujo. Extendieron su actividad al comercio de materias primas con destino a las grandes ciudades, en particular Edo y Osaka. Los mercaderes actuaban así mismo como banqueros - prestamistas,   convirtiéndose rapidamente en acreedores de samuráis sin recursos, bukufus y daimyos. Se dedicaron también a negocios manufactureros como la imprenta,   constituyéndose así algunas poderosas corporaciones que han persistido hasta la actualidad. Fue el caso de la casa Mitsui, que comenzó como una tienda textil
Toshi Yoshida.
en Edo y de la cual surgieron los actuales grandes almacenes Mitsukoshi. Pese a su gran poder económico. los empresarios y comerciantes chonin estaban sometidos a incontables restricciones. No podían aspirar a convertirse en samuráis ni, por tanto, podían ejercer cargos en la administración. Estaban expuestos a que las autoridades tomasen represalias contra ellos, les retirasen la licencia y les confiscasen sus bienes. Estaban sometidos a un gran número de leyes suntuarias que regulaban la distinción de clases en aspectos tan cotidianos como la vivienda o la vestimenta. Pero estos nuevos ricos encontraron maneras para escapar a las barreras que le imponía el gobierno y la estructura social. El vestuario, tanto para hombres como para las mujeres, era un elemento de su estatus y su riqueza. Los mercaderes y sus familiares burlaban las leyes que les prohibían llevar cierto tipo de telas como la seda, portando de manera encubierta tejidos ricamente trabajados e igualmente  suntuosos y caros que los que portaban la élite gobernante. Les gustaba lucir lujosísimos y costosos accesorios como los inro, pequeñas cajitas con objetos personales que se llevaban colgadas al cinturón del kimono, sujetas a su vez por los netsuke, esculturas en miniatura que servían de tope y evitaban que el inro se deslizase del cinturón. Los chonin también se entregaron a las múltiples diversiones que les ofrecía el ambiente de las grandes urbes. Desde finales del S. XVII se desarrolló en Edo, Osaka o Kyoto un tipo de cultura hedonista y vital que se le dio el nombre de "ukiyo", "mundo flotante". Usai Ryoi, en su obra "Ukiyo monogatari"(1661) describe la esencia de este modo de vida:" viviendo sólo para el momento, volviendo plenamente nuestra atención a los placeres a la luna, de la nieve, del cerezo en flor y de las hojas multicolores del arce; cantando canciones, bebiendo vino, divirtiéndonos, flotando, flotando, volviendo la cara a la miseria, negando el desaliento, nos dejamos llevar como una calabaza flotando en la corriente del río; esto es lo que nosotros llamamos el mundo que fluye, el mundo pasajero". Esta cultura hedonista tuvo sus formas de expresión artística y literaria: la poesía, la novela, el teatro, la pintura....La más conocida

Utamaro.


de estas creaciones se produjo en el ámbito de la pintura y el grabado: las llamadas "imágenes del mundo flotante", o ukiyo-e. Eran estampas realizadas mediante el arte de la xilografía o grabado sobre madera; técnica que se conocía con anterioridad al período Edo, pero alcanzó ahora su máximo explendor ya que se podían elaborar miles de imágenes a un precio accesible. La temática estaba totalmente ligada al gusto de los habitantes de las ciudades. el mundo del teatro kabuki, el bunraku o teatro de marionetas, el sumo, los barrios de placer y los paisajes célebres del Japón. Uno de los temas más recurrentes fue el bijinga o imágenes de bellezas, cuyas protagonistas eran las cortesanas de los denominados barrios de placer". El más famoso de estos barrios fue el de Yoshiwara, en Edo. Era como una ciudad dentro de una ciudad, sus límites estaban marcados por muros y tenía una sola puerta de acceso; lo que facilitaba un control total tanto de los visitantes como de los residentes. Dentro de una sociedad tan reglamentada, este barrio era uno de los pocos lugares donde los chonin; aunque no sólo ellos, podían gozar de una cierta libertad. Entre sus muros importaba más el gusto y el dinero que la clase social a la que se pertenecía por nacimiento. Según datos de censos del S. XIX, en Yoshiwara había más de 3.000 prostitutas trabajando en unos 150 burdeles y 400 casas de té.





Utagawa.
Otro de los grandes temas del ukiyo-e fue el de las "imágenes de actores" o yakusha, relacionadas con una de las nuevas formas de entretenimiento urbana del momento: el teatro kabuki. Es un espectáculo total, donde se unen la música, el canto y la interpretación. Su orígen se remonta a unas danzas cómicas denominadas kabuki-odori, incorporaban elementos profanos y folclóricos y las bailarinas eran todas mujeres. Proliferaron una serie de compañías ambulantes de danzarinas que paralelemente se dedicaban a la prostitución y a este kabuki exclusivamente femenino se le conocía como onna kabuki ,siendo  prohibido en 1629. Las mujeres fueron sustituidas por chicos jóvenes, pero en 1652 acabó prohibiéndose también esta modalidad por propiciar la prostitución masculina. Se decretó que todos los actores tenían que ser hombres adultos, lo que dio lugar al kabuhi vigente hasta hoy. Los actores llegaron a gozar de una gran popularidad, como demuestra la enorme cantidad de estampas de retratos de actores que se editaron, donde el público identificaba a su actor favorito y el papel que solía representar.
Otra de las diversiones preferidas del período Edo fue el sumo; también reflejado en los ukiyo-e. Los orígenes de esta lucha tradicional japonesa se remontan a más de dos milenios, pero sería en los años del gobierno Togukawa cuando esta combinación de deporte y ritual dejó de practicarse en la corte exclusivamente y cautivó al público de las ciudades hasta convertirse en el deporte nacional.



Junichiro.


El género del paisaje apareció mucho más tarde y su auge  corresponde al S. XIX, cuando se relajaron las severas restricciones de movilidad de la población en el interior del país. Así surgen las series de estampas de paisajes y vistas de lugares célebres, que servían de guía de viajes y también satisfacían a los que no tenían medios para desplazarse. Este fue una de las razones del éxito de dichas ilustraciones, ya que posibilitaba el acceso; aunque de manera indirecta y "virtual", a un tipo de diversiones (viajes, barrios de placer,teatro y sumo) que estaban fuera del alcance de la mayoría.


Hasui Kawase.

Esta percepción de la vida peduró lo mismo que el régimen de los Tokugawa, unos 250 años. A mediados del S. XIX confluyeron una serie de coyunturas, tanto internas como externas, que pusieron en entredicho las bases en que se sustentaba la sociedad. El colapso de una economía fundamentada en el monocultivo del arroz, el descontento de la burguesía urbana y la creciente presión de los países occidentales hizó que en 1854 se aprovechara la llegada de la escuadra del comodoro Perry. Las autoridades japonesas tuvieron que abrir sus puertas al comercio internacional, poniendo fin a más de dos siglos de aislamiento. En 1867 la revolución Meiji derrocará al último shogun y bajo la tutela del emperador restaurado, comenzó una nueva era en la historia del Japón, marcado por la modernización y la asimilación de la cultura occidental.



Hokusai.




Principales ciudades.

Edo.
Típica ciudad castillo, fue construida por los Tokugawa a partir de la nada. Llegó a alcanzar el millón de habitantes.
Kyoto.
Sede de la corte imperial desde el S.IX. En la era Tokugawa alcanzó los 400.000 habitantes.
Osaka.
Igual de poblada que Kyoto. Era llamada "la cocina de Japón" por su papel en el comercio nacional de arroz.
Nagasaki.
Con 65.000 habitantes era vía de entrada para los productos de la colonia holandesa de Deshima, una isla artificial de apenas 1,31 hectáreas. Por aquí también entraban productos chinos y coreanos, los únicos orientales que podían comerciar con Japón a partir de los estrictos edictos que se sucedieron a partir de 1612.


Utawa.








Bueno, ahora los dejo, la próxima vez que volvamos por estas ínsulas será para llevarlos entre los ninjas. Unos personajes que conozco pero que muy bien.















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