martes, 27 de mayo de 2014

El Papiro de Turín.



Singular donde los haya, el papiro de Turín número 55.001, "llamado papiro erótico" detenta una leyenda negra que lo ha acompañado desde que salió a la luz. El el primer tercio del S XIX la egiptomanía se puso de moda. Durante este período, varios consules generales como Drovetti; el italo-francés que participara como coronel junto a Napoleón en Egipto en su campaña de 1799, o el inglés Henry Salt, se dedicaron a saquear impunemente el país de los faraones intentando llevarse las mejores piezas a las nacientes colecciones de los museos de París, Turín, Berlín o Londres. Probablemente este insólito papiro erótico estaba dentro del envío de antiguedades comprado por el rey Carlos Félix de Piamonte al consul Drovetti. Con esta adquisición, Turín se convertía en la primera ciudad europea en tener una colección egipcia de considerable valor, combinando las magníficas estatuas de Amenofis I y II, Tutmosis I y III etc, con papiros de poco valor artístico pero de gran importancia histórica. Después de que en 1822 se consiguiera descifrar la escritura jeroglífica egipcia, el gran Jean Francois Champollion empieza a traducir documentos a un ritmo infernal. En poco tiempo, el genio francés acaba con todos los textos a los que tenía acceso directo a través de originales o copias. Ávido de trabajo decide viajar a todas aquellas ciudades donde se depositaran colecciones de papiros. La de Drovetti en Turín era de las Más prestigiosas y allí peregrinó Champollion. A su llegada al museo se enteró de la existencia del famoso papiro erótico; sin embargo, su marcado carácter pornográfico impresionó de tal manera al remilgado jóven traductor que desistió a su impulso inicial de descifrarlo. El papiro hace alusión a las correrías erótico-festivas de Ramses II en su palacio y no fue traducido y publicado hasta 1973. Bueno, más vale tarde que nunca.


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