miércoles, 13 de diciembre de 2017

La Consecratio o Apotheosis




















Adorar a un ser humano como a un dios era algo extraño a la mentalidad tradicional romana. Fue Augusto el que instauró la veneración a Julio César cuando murió, convirtiéndose en el divus Iulius. Tras su muerte Augusto fue declarado divus y su heredero Tiberio, le erigió un templo. A partir de aquí, los emperadores podrían también ser considerados dioses después de morir.
La consagración era establecida por un sucesor del emperador muerto; no necesariamente el heredero inmediato, debiendo ser sancionado después por el Senado dicho estatus. Los méritos del gobernante fallecido, sobre todo políticos y militares eran los que justificaban la designación.


Durante el gobierno de la primera dinastía de emperadores, la Julio-Claudia, la posibilidad de alcanzar la divinización se extendió también a los miembros difuntos de la familia imperial; la domus Augusta. En cuanto a las cualidades de las mujeres primaba su comportamiento, su pietas y fidelidad, lo que las hacia aptas para la deificación.
Pero todo esto no era más que la justificación teórica del acontecimiento, en realidad, consideraciones de todo tipo influyeron en la decisión de los emperadores a la hora de decidir la consagración de sus antecesores y familiares. Durante el siglo II d.C., cuando la sucesión al trono se llevó a cabo mediante la adopción del mejor, los emperadores decretaron la divinización de los antecesores que les habían elegido, con el fin de legitimar su propia posición. De echo, todos los miembros de la dinastía Antonina fueron honrados con la consecratio.


Altar.
Durante el siglo III d.C, la aphoteosis se limitó al emperador y en algunos casos, a la emperatriz, escaseando cada vez más este tipo de consagraciones desde fines de dicha centuria.
Conocemos la ceremonia de la consecratio con bastante detalle gracias; entre otros, al relato de Herodiano. Este historiador del S. III d.C describe las ceremonias fúnebres que se llevaban a cabo. Se encendía el rogus (pira funeraria) y un águila; símbolo de Júpiter, era soltada en el momento de la cremación para que se remontara hacia el cielo con el fuego.  Finalmente un testigo (generalmente un senador), afirmaba haber visto el espíritu del emperador abandonar la pira y subir al cielo.

En las monedas, la ceremonia de la consagración era evocada con la leyenda CONSECRATIO y en ocasiones con las siglas S.C; aludiendo a la intervención del senado.

 En el anverso aparece la efigie del personaje divinizado con diversos símbolos, como la corona radiada o la estrella de ocho puntas que ya encontramos en las monedas que consagran a Julio César como divus Iulius. En el caso de las mujeres, solían ser representadas con un velo que le cubría parte de la cabeza.




En cuanto a los reversos, los tipos son muy variados y permiten completar el conocimiento sobre el ceremonial que se llevaba a cabo durante la consagración. Un águila con las alas desplegadas situada sobre un cetro o un globo, o bien volando llevando al emperador; elementos pertenecientes al funeral como la pira funeraria o rogus, el altar, adornos (estatuas, un carro tirado por dos o cuatro elefantes o por otros tantos caballos), el ave Fénix, un templo con la puerta cerrada......


Anverso Divus Lucius Verus. Reverso águila con globo.

Anverso Divus Antoninus Pius. Reverso pira funeraria


 Anverso Divus Antoninus. Reverso altar.

En el caso de las emperatrices y de las otras mujeres miembros de la familia imperial, en los reversos  aparecen también componentes propios del funeral, como el carro fúnebre o carpetum tirado por mulas, o diversas diosas con sus respectivos símbolos: Juno con el pavo real, Diana Lucífera con las antorchas, Ceres con las espigas, así como el águila o el pavo real con la figura de la consagrada sobre ella....


Anverso Diva Paulina, con la cabeza velada. Reverso Paulina con un cetro en la mano izquierda y sentada sobre un pavo real que vuela hacia el cielo


Anverso Diva Faustina II. Reverso pavo real.


Anverso Diva Marciana. Reveso carpetum (carro tirado por mulas).
El número total de emperadores, augustos y miembros de sus familias divinizados fue de cuarenta y siete, pero se conservan monedas de consagración de unos treinta, siendo el primero César (que no fue emperador) y el último Constantino. En cuanto a las mujeres, se puede considerar que Livia inaguró la serie, pues fue asociada por su nieto el emperador Claudio a la apotheosis de su marido Augusto. Pero fue realmente Drusila, hermana de Calígula, la primera mujer que recibió la aphoteosis tras su muerte ocurrida en el año 38 d.C.


                                    Funeral de Julio César. Serie Roma.


*Dedico este modesto post a mi profesor de Historia Antigua, paleografía y numismática D. Antonio Chausa, de la Universidad de La Laguna. Gracias por esas maravillosas y anacrónicas clases sobre las viejas piedras y monedas de la Roma Antigua.

















































































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