domingo, 8 de junio de 2014

El Salvaje Balin.



En tiempos del rey Arturo las naciones no eran sino pequeños estados amalgamados y vinculados entre sí por uniones matrimoniales o por el derecho de conquista. Cada parcela de terreno tenía su señor, sus armas y sus banderas. Lo que habían concedido los nobles al osado monarca era su reconocimiento a un señor que hacía a veces de juez y que moderaba los litigios que pudieran surgir entre ellos. Esta situación se complicaba porque muchos de estos
dominios pertenecían a señores paganos que no los habitaban ininterrumpidamente sino que llegaban allende de los mares al terminar la estación de las tormentas y permanecían cierto tiempo para marcharse a continuación con los bienes y beneficios de sus tierras y también de las ajenas. La región sudoriental de la isla estaba en poder de estos aventureros, de modo que el reino de Arturo sólo gozaba de dicha independencia en la zona occidental, que comprendía Gales y el sudoeste de Inglaterra.
Desde aquí y con sus nobles más fieles comenzó la reconquista, atacando a los invasores paganos y obligándolos a replegarse. Muchos huyeron hacia el sur y se embarcaron de vuelta al continente, otros marcharon hacia el norte que estaba escasamente poblado. Allí marchó el joven rey con sus mesnadas y un primo suyo fue muerto por un hombre de armas llamado Balin y al que se le conocía por el apodo de "El  Salvaje". No era pagano ni venía del mar. Sólo se había opuesto junto a su hermano gemelo  Balan a lo que ellos consideraban un afán de conquista del rey Arturo. Tras duras batallas cayó prisionero, pero el sabio gobernante lo acogió en su corte para que observara las leyes y costumbres de ese nuevo reino que se estaba forjando. Al cabo de los meses creció un afecto mutuo entre ellos aunque en la corte no apreciaban los toscos modales del cortesano-prisionero. Todo transcurría con normalidad hasta que Rience, un señor que tenía su castillo en el norte de Gales sufrió una serie de malas cosechas por lo que resolvió atacar a sus vecinos y llevarse cuanto de valor había en sus tierras. El soberano decidió tomar cartas en el asunto y empezaron los preparativos cuando apareció una joven doncella por la corte que portaba una poderosa espada. Dijo a Arturo que deseaba librarse de ella, pero que sólo un caballero de reconocida valentía y de gran integridad sería capaz de aliviarle de aquella pesada carga. Ninguno de los paladines logró arrebatársela y Balin silencioso observaba a la muchacha desde el fondo de la estancia. Cuando la joven abandonaba el recinto el Salvaje le pidió probar y al empuñarla, esta se le quedó entre los dedos ante el asombro,envidia y fastidio de los presentes en la corte. Pero la doncella no estaba de acuerdo y le pidió el arma a su nuevo dueño, que se negó rotundamente a dársela y a cambio recibió una maldición, mataría con ella al   ser que más quiere causándole además su propia perdición.
Balin prestó poca atención a la amenaza, limitándose a repetir que quien quisiera su espada tendría que pasar primero por encima de su cadáver. Ante tal hazaña, Arturo le concedió la libertad y cuando estaba a punto de partir apareció subitamente la misteriosa Dama del Lago. Venía a por la prodigiosa arma y a exigir del monarca que cumpliera la promesa que le hizo cuando le entregó la mítica Excalibur, que accediera a cualquier petición que ella oportunamente le solicitara. Exigio la cabeza del portador de la espada; ya que había matado a su hermano, o la de la doncella; la causante de la muerte de su padre. Balin se adelantó  de entre todos los presentes y decapitó a la Dama abandonando la fortaleza y con la resolución de ganarse de nuevo la estima del rey. Lo seguía Lanceor, un joven caballero irlandés que lo obligó a batirse. Tardó poco en dar muerte al desventurado retador y cuando partía llegó una doncella a lomos de un corcel. Esta se acercó al cadáver del que había sido su amado y se suicidó con las espada del guerrero abatido. El Salvaje quedó desconcertado ante tal panorama cuando vió que llegaba Balan, su hermano, el cual lo consoló. Merlín hizo acto de presencia y le recordó que ambos muertos reclamarían venganza. Lanzó además un vaticinio que hizo temblar al bravo guerrero. Con sus acciones sumiría tres reinos en la pobreza y la desolación durante 12 años y que herirá a un ilustre caballero que tardará mucho tiempo en sanar, a pesar de esto, el mago le ofreció su ayuda. Partieron los gemelos en pos del tal Rience. De noche y en un oscuro bosque entablaron combate, cayeron allí 40 hombres y su líder fue capturado. Los hermanos lo llevaron hasta las puertas de Camelot y allí lo dejaron marchándose después en busca de nuevos retos que le llevarían al castillo donde se guardaba la lanza que había atravesado el costado a Jesús y el cáliz donde se había recogido su sangre. Habían sido llevadas a Bretaña por José de Arimatea y en los años de anarquía que precedieron a Arturo habían sido resguardadas en la fortaleza de Carbonek y puestas bajo el cuidado de Lord Pelles; un noble honorable descendiente del mismo José de Arimatea. Pero tenía un hermano llamado Garlon, un tipo malvado y despreciable que poseía poderes mágicos como la invisibilidad.
Ya reintegrado en la corte de Camelot, Balin recibió la orden de escoltar a un afamado caballero que se dirigía a entrevistarse con Arturo.  Cerca de la aldea de Carbonek el ilustre visitante fue abatido por una lanza que había surgido de la nada. Poseido por la furia cabalgó buscando al agresor y se encontró con otro caballero que le prestó su ayuda. Cerca de una ermita su acompañante  cayó con una lanza atravesándole el pecho. Balín lo enterró con la ayuda del ermitaño y éste le aseguró que el asesino de sus acompañantes era Garlon. -No siempre es invisible-le aseguró el anacoreta_Pero su rostro se ve siempre tan oscuro que es imposible reconocerle.
Llegó al castillo de Carbonek y allí le invitaron a comer en un gran salón. Mientras engullía los alimentos miraba al rostro de los comensales hasta que su vista se paró en un rostro que se difuminaba con la oscuridad. Se levantó de la mesa y haciendo alarde de su apodo golpeó la cara sombría, sacó su acero y de un mandoble hendió el cráneo de Garlon. Todos cargaron contra el agresor que fue al final desarmado por el propio Pelles. Balin corrió desarmado a las estancias superiores y entro en una de ellas que estaba ricamente adornada. Encontró una lanza bellamente decorada junto a un cuerpo incorrupto y se defendió con ella. Tocó con la punta de la lanza al caballero Pelles que cayó al suelo fulminado mientras se derrumbaba el castillo. Allí, entre los escombros, estuvo sepultado tres días. Fue rescatado por Merlín, éste le explicó que el cadáver era José de Arimatea y que había profanado la Santa Lanza al mezclarla en una aventura profana. Nuestro protagonista vagó por la tierra sabiendo que su hora estaba cerca y oía un cuerno fantasmal que anunciaba su muerte. LLegó a una fortaleza donde le dieron hospedaje. Le adviertieron que tendría que pasar por las tierras de un caballero que vivía en un castillo situado en una isla. Este tenía la costumbre de batirse con todos aquellos que se aventuraran a cruzar sus dominios. Esto no amedentró a Balin que se propuso ir directamente a la isla para acabar lo más pronto posible el asunto, pero tuvo que dejar el escudo con
sus enseñas en tierra porque pesaban demasiado para el pequeño bote que lo iba a llevar a la ínsula. Del castillo salió un caballero vestido de rojo con una montura de arreos también carmesíes. Era Balan que había sido engañado por los mismos que mandaron a Balin a la isla. Le habían asegurado que le enviarían allí a todos los enemigos de su hermano ¿Para quién trabajarían estos buenos embaucadores?. Los gemelos se trabaron en una lucha sin cuartel, ambos no se reconocieron debido a que sus rostros estaban ocultos bajo la celada de sus cascos y Balin no portaba el escudo con su blasón. Ambos titanes lucharon largamente y cada uno recibió más de siete tajos. El combate pareció inclinarse hacia el lado de Balan que se sentó en una piedra a descansar. Su hermano le preguntó por su nombre y él respondió. Ambos se reconocieron pero ya era demasiado tarde. Balin murió en brazos de su hermano y Balan falleció al día siguiente. Merlín se ocupó de enterrarles bajo una misma lápida. La vaina del poderoso acero la dejó en la isla fatídica y se llevó la hoja con él. La clavaría sobre una piedra de granito rojo situada en otra ínsula y tendió un puente de hierro y acero de sólo 15 cm. de ancho. Sólo la podría cruzar un caballero de corazón puro, pero esto forma parte ya de otra historia que ahora no les voy a narrar. Y para los fans de La Dama del Lago, no se preocupen, las bellas hechizeras son difíciles de matar.















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